domingo, 3 de enero de 2016

Año nuevo, para no perder la costumbre



Este año 2015 no puede tener otra descripción sino como un año CONVULSIONADO. Me ha pasado de todo, he aprendido de todo, pero como siempre, no he olvidado nada. Una de las caracterísiticas más prominentes es la cantidad de matrimonios que hubo este año entre mi familia, amigos y conocidos. Contabilicé por ahí como 8, y casi todos me los perdí por el hecho de estar tan lejos, cosa que me duele en el alma ya que todos ellos para mí son muy importantes.

Me puse a ver también la historia del blog, y sólo publiqué como 8 entradas, lo cual para mí es algo bueno: no tengo mucho qué desahogar, precisamente porque encontré tiburones que me protegieran, me he empezado a autoaceptar más como ese niño contrarrevolucionario y contrarreformista que soy, y lo mejor, me di cuenta que así la gente me quiere.

Lo que sí fue desastroso este año que acaba es la economía. El dólar por el cielo y la acción de Ecopetrol por el piso no son buenas noticias. Sin embargo, darme cuenta que eso me afecta significa que al fin estoy cogiendo madurez. La experiencia en Alemania por su parte ha sido como bipolar: mi primer semestre fue un desastre, pero mi segundo fue muy bueno, y me he resigando a estar en la posición de average guy que nunca me gustó cuando estuve en pregrado, ya que compararse con los chinos puede ser peligroso para la salud. En general, la maestría me gusta, y como diría un buen mediocre que soy: eso es lo importante.

Este 2016 que llega lo quiero resumir en una palabra: TRABAJO. Tengo unas ganas absurdas de ganar dinero con mi conocimiento, y sé que como buen cristiano debo esperar en la voluntad de Dios, pero sería muy duro para mí no conseguir trabajo, y no, no soy Job, mi resistencia a las adversidades no es tan fuerte.

Para finalizar, no, la envidia no la alcancé a curar en el 2015 :(

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