jueves, 1 de diciembre de 2016

Los hombres que se enamoran solos




tragarse: Enamorarse

Nada peor para un hombre, más aún si es un adolescente, que tragarse solo. No es un tema del que se hable mucho ni se divulgue en los periódicos. He visto a veces chispazos de lucidez en algunas feministas, que lo consideran como una consecuencia negativa de la imposición heteropatriarcal del amor como un ideal romántico. No es tampoco un tema del que hable la psicóloga de Muy Buenos Días o la sexóloga con el exagerado acento brasileño. 

El enamorarse solo es un problema común de ese adolescente "geniecito de vereda" que no es tan bruto para pertenecer a la masa que se enamora de manera normal, pero tampoco es lo suficientemente inteligente para enamorarse de una manera razonable. Generalmente tragarse solo trae confusión, tristeza, y aislamiento. El adolescente ve absurdo confesar su enamoramiento, porque es la realidad : tiene 99.9% de probabilidades de ser rechazado. Y estoy tan seguro de eso, porque es que enamorarse solo viene de un absurdo e inexplicable proceso de idealización, al que generalmente las mujeres le tienen miedo. El adolescente que se enamora solo es percibido por sus compañeras como un tipo extraño, que se obsesiona con ellas sin siquiera conocerlas, y tienen en parte razón. Este proceso, a pesar de parecer lo contrario, no es fortuito: hay un patrón repetitivo, y hay ciertas mujeres que son "de malas" y tienen típico perfil para atraer este tipo de hombres. La primera causa es el simple encuentro espacial (ni siquiera es necesaria una conversación) entre un hombre con perfil de enamorado solitario y una mujer con este perfil, que pronto detallaré, para que desafortunadamente estalle un nuevo romance unilateral.

¿Cómo es el perfil de esta chica? Simple, generalmente la rockerita del salón, la que se viste muy femenino, la hipster que sabe combinar su vestimenta. Debe también ser muy tímida y callada, y ser indiferente al mundo que la rodea. Que tenga uno que otro gusto considerado para hombres (gaming, anime, artes marciales, fútbol) suma puntos a su perfil, y más posibilidades tiene de atraer este tipo de hombres. El gran desajuste sucede porque las mujeres con gustos así son relativamente pocas, y se genera un "cuello de botella" a la hora de ser seducida. Por lo general, estas mujeres se aburren de sus amigos con intereses similares, los "friendzonean" obviamente, y se van con otro tipo que sea más "normal".

Otra cosa fea de este problema es que se alimenta del rechazo. Ser rechazado hace que el joven se enamore aún más, y la obsesión puede escalar. Y por lo general las chicas atractivas para ellos son calladas y no explican nada, por lo que no contribuyen a que el problema se disipe. Creo que muchos de estos líos se podrían solucionar fácilmente si las cosas se hablaran de frente y no se mantuviera un silencio que puede empeorar las cosas.

Otra solución está también, para ellos, en voltear a mirar mujeres más normales, mujeres más mujeres, con gustos más de mujeres. Las mujeres que han desarrollado gustos masculinos generalmente estás hambrientas de atención, les encanta tener a los amigos botando la baba por ellas, y tenerlos ahí, en stand by, mientras alimentan su ego. Voltea a mirar a esa chica con gustos normales, que le gusta Carlos Vives o Fonseca, que ve telenovelas, que sueña con ser la mejor enfermera del mundo, que le interesa la maternidad. No te obsesiones con esa que trae la camiseta de Metallica o se toma fotos con un control de Supernintendo. No trae nada bueno, créeme, lo digo por experiencia propia.

martes, 9 de febrero de 2016

El síndrome del marihuanero

Soy consciente de que el tema que escribiré hoy no dejará a nadie indiferente. Para adelantarles, para muchos puede sonar discriminatorio, como para otros puede sonar ya demasiado sincero. De por sí criticar a los marihuaneros en meterme en terrenos donde no es bienvenida la crítica, y mucho menos si se trata de una persona aparentemente conservadora como yo.

¿Qué es el síndrome del marihuanero? Es la felicidad que uno experimenta cuando otra persona cae en el mismo vicio o las mismas costumbres que uno. Y sí, llamé vicio al hecho de consumir marihuana, pero es un vicio cualquiera, como tomar alcohol (que sí lo hago) y fumar cigarrillo. Hace mucho tiempo escribí una entrada llamada 'Por qué nos gusta ver tomar a los nerds', que la pueden leer aquí. Se puede decir que esta entrada es la segunda parte de esa, pero ya desde una moral más firme, menos flexible a la orden del caer bien a la sociedad.

Total, esta mal llamada 'felicidad' es completamente inherente a todos los seres humanos, y todos la sentimos. La naturaleza nos hizo envidiosos, y moriremos envidiosos. Gracias a la naturaleza me pongo feliz cuando a alguien le gusta el Viking Metal (como a un primo que tengo, que esté en plena adolescencia), siendo que en realidad esa no es una música que sea 'buena y cristiana' como cualquier mamá quisiera. También me pongo feliz cuando alguien reconocido por ser abstemi@ o de tomar muy poco, toma tragos a la par mía (lo cual no es tampoco la gran cosa). No saben la vergüenza que siento cuando yo soy el único que toma alcohol en una reunión social, y cuando alguien más destapa una cerveza, me brillan los ojos de felicidad. 

Bueno, así igual deben sentir los marihuaneros. Los marihuaneros, estoy seguro, deben sentirse muy felices cuando reclutan un nuevo adepto a sus filas, y los entiendo. No quiero sonar ya muy polémico, pero hay otra cosa que no me aguanto: los gays también, con seguridad, deben sentirse muy felices cuando una nueva persona sale del clóset. Para dar sustento a mi posición, les confieso que en una o dos relaciones que tuve en el pasado, la chica me confesaba abiertamente que le resultaba agradable la imagen mía junto a otro hombre, y ellas se caracterizan por su apoyo a la causa LGBT. Coco Chanel bien decía en su tiempo que 'skin is skin when the lights are off', y si eso lo comparamos con lo que dice mi mamá, quien afirma que si 'me llega a tocar un hombre, seguro me quede gustando', ya hay dos personas que piensan igual. Por favor, gente que apoya la causa gay, respiren profundo y no se llenen de rabia contra mí. Esto yo no lo puedo afirmar, simplemente lo pienso, y bienvenidas sean las críticas constructivas y los argumentos que de alguna u otra manera refuten lo anteriormente expuesto. Les aseguro que yo estoy abierto al diálogo, y si me argumentan bien que un gay nace y no se hace, cambio mi opinión.

Así que si en algún momento me ven incómodo cuando esté rodeado de gente que en su mayoría sean marihuaneros o gays, no me juzguen, siemplemente es por esto. Las mayorías de ese estilo, debo reconocerlo públicamente, me asustan, cosa diferente a cuando trato a una sola persona marihuanera o gay, o estamos en un sitio donde la mayoría somos heterosexuales y más del alcohol. Disculpen si formé mucha polémica, o si en algún momento generé una imagen negativa de mí, y que tengan un buen día.

PD: Sí me da curiosidad el mundillo de los marihuaneros y los gays, pero para ir a algún evento así, debo ir con alguien de mucha confianza.

domingo, 3 de enero de 2016

Año nuevo, para no perder la costumbre



Este año 2015 no puede tener otra descripción sino como un año CONVULSIONADO. Me ha pasado de todo, he aprendido de todo, pero como siempre, no he olvidado nada. Una de las caracterísiticas más prominentes es la cantidad de matrimonios que hubo este año entre mi familia, amigos y conocidos. Contabilicé por ahí como 8, y casi todos me los perdí por el hecho de estar tan lejos, cosa que me duele en el alma ya que todos ellos para mí son muy importantes.

Me puse a ver también la historia del blog, y sólo publiqué como 8 entradas, lo cual para mí es algo bueno: no tengo mucho qué desahogar, precisamente porque encontré tiburones que me protegieran, me he empezado a autoaceptar más como ese niño contrarrevolucionario y contrarreformista que soy, y lo mejor, me di cuenta que así la gente me quiere.

Lo que sí fue desastroso este año que acaba es la economía. El dólar por el cielo y la acción de Ecopetrol por el piso no son buenas noticias. Sin embargo, darme cuenta que eso me afecta significa que al fin estoy cogiendo madurez. La experiencia en Alemania por su parte ha sido como bipolar: mi primer semestre fue un desastre, pero mi segundo fue muy bueno, y me he resigando a estar en la posición de average guy que nunca me gustó cuando estuve en pregrado, ya que compararse con los chinos puede ser peligroso para la salud. En general, la maestría me gusta, y como diría un buen mediocre que soy: eso es lo importante.

Este 2016 que llega lo quiero resumir en una palabra: TRABAJO. Tengo unas ganas absurdas de ganar dinero con mi conocimiento, y sé que como buen cristiano debo esperar en la voluntad de Dios, pero sería muy duro para mí no conseguir trabajo, y no, no soy Job, mi resistencia a las adversidades no es tan fuerte.

Para finalizar, no, la envidia no la alcancé a curar en el 2015 :(