domingo, 10 de agosto de 2014

Un stop a los independentistas II: El fetiche de la independencia



Todo mundo no habla sino de que es independiente. Que tienen que ahorrar porque se les acaba lo de la beca, y ni por el putas le van a pedir plata a sus papás, que trabajan vendiendo chocolates para costearse sus saliditas, que conviven más con sus novios o novias que con sus familias, y que encuentran a sus mamás muy 'sobreprotectoras' y la saludan más por deber que por amor, o en el peor de los casos, por dependencia.

En fin, a la gente se le ve una prisa en sus angustiados rostros por demostrar que son independientes. Y esa angustia, que si uso la razón me importa un comino, me la han contagiado. Pero ¿cómo escapar si todo, absolutamente todo está contaminado de esa paranoia y esa fobia a la dependencia? uno prende la televisión y lo que ve es una serie de mujeres independientes que tienen sexo independiente con hombres adinerados e independientes. Habla con alguien por la calle, y resulta que es un joven de 20 años que ya vive con su novia en otra casa, y gastando arriendo pendejamente. Habla con la tía, y no hace sino hablarme de que su hija, o sea mi prima, vende chocolates para ser un poco más independiente. 

No puedo negar que esto, para ser sinceros, está llegando a niveles ya enfermizos, donde si no me voy inmediatamente a un lugar donde la gente no hable más de independencia, a un lugar esterilizado contra este tipo de pensamiento, terminaré loco de manicomio, y ahí sí, demasiado dependiente.

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