domingo, 6 de julio de 2014

Los introvertidos (versión light)

Nota: Esta nota la escribo removiendo la parte matemática de la entrada original. Esto, para facilitar su lectura y volverla más amena para quienes sólo vienen a leer por divertirse.

Shinji Ikari

Lo primero que tengo que decir es que, para que puedan continuar desde este punto, deben olvidar el paradigma de la igualdad, así sea por el ratico que leen esta entrada. Debo confesar, por otra parte, que siempre he sentido fascinación por la gente introvertida. Como supuesto fanático de Pokémon y de alguna que otra serie de anime, las personas introvertidas ganan un puesto en la Tierra de los 'mejores seres humanos que hay'. Por eso digo, hay seres humanos mejores y seres humanos mediocres, y los introvertidos son generalmente los mejores, o por lo menos así lo muestra la cultura pop de nuestros días. Y para los incrédulos que no me creen pongamos un ejemplo: Neon Genesis Evangelion. ¿Quién es el que está destinado a salvar la humanidad? Shinji, un hijueputa que es capaz de ponerse audífonos mientras le hablas, un hijueputa que no quiere ni a la mamá, y que además comete el descaro de creerse el peor ser humano sobre la tierra. Maldito cínico.

Cuando hablé de Pokémon, me acordé de que hay Pokémon que sólo se quedan con gente de corazón puro, y adivinen quiénes son esas personas: pues obvio, los susodichos introvertidos. Y en cuanto a la manera en que consiguen novio o novia, es algo parecido: me imagino que se quedarán con personas de corazón puro. Así que me imagino ya van entendiendo el por qué de esa fascinación mía. Yo siempre trato de invadirles el mundo a los introvertidos, la mayoría de las veces con consecuencias catastróficas. A veces entro a la mente de ellos, pero cuando lo intento, mi mente en realidad se transforma automáticamente en una mente prepotente, creída, que se cree superior a los demás seres humanos del mundo. Y eso es generalmente lo que los introvertidos reclaman: que no pensemos que ellos se creen la mondá. Pero la verdad, introvertidos, es que es difícil no pensar eso, y me disculpan si lo justifico con falta de empatía.

Me imagino entonces ya van entendiendo por qué les digo que se olviden por un momento del paradigma de la igualdad: porque soy un idiota que se ha dejado convencer por la cultura pop de que los introvertidos están, allá arriba, viéndonos como los extrovertidos nos damos en la jeta. Seguramente, muchos introvertidos que lean esta entrada estarán bastante iracundos (eso sí, no lo demuestran ni cinco) después de saber que muchos extrovertidos pensamos que ustedes son prepotentes, pero espero que por lo menos conmigo, en vez de dejarse ensuciar por mis opiniones, le echen más bien un ojo a mi corazón, y miren a ver si quizás, quizás, es un corazón puro.

viernes, 4 de julio de 2014

Decisiones II: Llorando sobre sus hombros


Me he dado cuenta que soy una persona que sufre cuando debe tomar decisiones, por más estúpidas que sean. Siempre he preferido que 'el destino' decida por mí antes que yo pueda actuar. Y aunque muchas veces funciona y lo más de bien, queda un sabor agridulce en la boca que te dice 'hey, no hiciste nada, esto que te salió bien no fue gracias a ti, y lo peor, ya vas a llegar a un momento en el que esto no te va a funcionar más y si no te decides, por default, te va a tocar siempre el peor lado'.

Yo siempre he pensado que la 'toma de decisiones' es una ciencia cuantificable, así igualita a esa ciencia que usa los valores esperados, desviaciones estándar e intervalos de confianza para saber si la acción A es mejor que la acción B. Sin embargo, las decisiones rápidas no te dan tiempo de hacer toda la estadística y pensar. Muchas veces, además, el simple hecho de saber qué variables vale la pena cuantificar, antes siquiera de hacer la estadística, ya es toda una ciencia de por sí.

Si estás en Medellín y tienes dos carreteras y no tienes ni idea qué camino coger, pues la decisión muchas veces se toma es a la loca o por pura 'intuición femenina'. Eso es lo bueno de que no sea mujer: que las mujeres decidan por mí, ya que esa 'intuición femenina' les da una confianza que las atreve a decidirse hasta en las situaciones más inverosímiles, por algo que no tienen ni idea, y por ende, si no era lo correcto, se les puede echar la culpa fácilmente.

Hay otros que dicen que el yeré de decidir está sencillamente en decidirse, que no importa si es buena o mala decisión, lo único que cuenta es que tan rápido hundes el botón para responder. Según he oído, eso es un pensamiento predominantemente latinoamericano, y creería yo, que si un asiático que entiende español lee esto, debe estar retorciéndose ahí donde está por semejante barbaridad que acabé de decir.

Debo confesar, que como cosa rara, mi alma y mi ser se decidieron hace rato por ser de esos típicos indecisos, que prefieren regalar la decisión a otra persona, que aprietan el botón por allá a los 5 minutos, que son atropellados por que no supieron nunca si doblar a la derecha o a la izquierda, y que antes de meter las patas, ya hubo otro tonto y confiado que tomó la decisión, y que se prepare, porque si la tomó mal, se llevará todos los regaños.

Por último, el temor al fracaso es otra de las piedras en el zapato más grandes a la hora de tomar decisiones. Alguien que llora 5 días por una decisión tonta y mal tomada en realidad es porque no tiene la madurez suficiente para encargarse de sus propias decisiones. El problema se torna peor, cuando ese alguien, ha tomado la firme decisión de ni siquiera cambiar un poquito. Buenas noches.