Autor: Joan Cornellà |
Desde que tengo uso de conciencia, siempre he sido alguien que sueña con una Colombia donde se implante el control natal, y me pongo feliz cuando escucho noticias en las que anuncian que el gobierno subsidiará vasectomías o ligadura de trompas, o que la pastilla del día después estará disponible gratis en Profamilia. Me alegro también cuando brigadas de docentes van a los barrios marginales y enseñan cosas como que echarse limón en la vagina no va a evitar un embarazo. Me gustan también las propagandas en televisión referentes al tema, y la educación sexual cuando sea necesario. Adicionalmente, considero que el aborto jamás debería ser considerado un crimen: una madre que decida abortar a su hijo no debe ir en ningún caso ir a la cárcel o mucho menos pagar una fianza. Con los abortos por malformaciones muy severas del feto (no síndrome de Down, por ejemplo), y peor si ponen en riesgo la vida de la madre, estoy completamente de acuerdo. Mi desacuerdo comienza en un límite borroso entre los abortos por violación y los abortos en etapas tempranas (antes de los 3 meses). Considero que alguien que aborte un bebé de 4 meses (ya a ese punto no le voy a llamar feto) por falta de recursos económicos (más sin embargo se gasta la plata en un aborto clandestino) es porque tiene la sangre muy fría. En eso incluyo tanto a la madre, como al padre que está de acuerdo y apoya a su mujer en su fatal decisión. Igual opino de alguien que aborte un bebé porque tenga síndrome de Down o alguna enfermedad degenerativa leve. Menos mal muchas veces es difícil saber las enfermedades de un bebé y ojala la ciencia en ese campo se estanque y esas propuestas de tesis de doctorado se empolven en un archivo olvidado, porque me imagino que la gente, con lo poco o nada empática que es, va a empezar a abortar indiscriminadamente si eso llega a suceder.
Entiendo que muchas veces esta temática tiene muchas matices: los recursos económicos de la madre, las creencias religiosas, qué tanto quiere la madre al padre, etcétera. Generalmente las mujeres de escasos recursos que terminan embarazadas y pensando quizás en un aborto, y para más remate el padre de la criatura se les vuela, son generalmente humildes y creyentes, y cuando hacen eso, se dañan su vida y viven el resto de sus días en arrepentimiento. Las que son ateas, feministas, educadas y con recursos (o por lo menos de clase media), generalmente practican el sexo seguro y no quedan embarazadas.
No entiendo tampoco por qué saber que se es un hijo 'no deseado' lo vuelven un drama sin necesidad, sabiendo que como el 60% de la gente que puebla este planeta no fue planificada. Eso es como sentir vergüenza de ser mujer o de ser negro, cuando son amplia mayoría. Hay muchas tragedias muchísimo peores que un hijo no deseado: la muerte de ese mismo hijo, por ejemplo. Yo no conozco personas que se hayan arrepentido de tener un hijo (y no me interesa conocer la verdad a alguien que piense lo contrario), sin embargo sí he oído chismes de personas que lamentan haber abortado un hijo completamente sano. Así que invito a esas mujeres que apoyan el aborto en todos los casos, que no es bueno opinar en el lugar de otras mujeres que piensan diferente a ustedes en casos en los que casi que con toda seguridad no se van a ver envueltas. Más bien, si les llega a pasar, lo más seguro es que vean ese nuevo niño como 'una bendición', inclusive cuando el papá es un hombre inmaduro con trastorno bipolar, pero que lo hacía bueno. De eso estoy casi seguro. Así que adelántense al futuro, y vayan pensando desde ya lo que seguro pensarán más adelante.