jueves, 22 de marzo de 2012

La Universidad de los Andes es una mierda

Parece que los astros se han confabulado (¡ve y yo que creía que se escribía confuabulado!) para que, en vez de escribir sobre las perras, escriba sobre esto. Hace poco, hablando con unos amigos nerdos como yo, que gustan de los temas nerdos como la física de Supercampeones, llegamos al álgido tema de la vigilancia constante de los empleados en las empresas por medio de cámaras y micrófonos en sus puestos de trabajo. Alimentada por la paranoia de éstos amigos (que claro, como buenos nerdos son supremamente paranoicos), la polémica no se hizo esperar. Que si es inconstitucional o no, que si afecta la privacidad, que si es demandable... en fin, buscándole la caída a esa medida extrema de las empresas que en realidad hasta al empleado más sapo asusta. 

Sin embargo, mi opinión se centraría más en la insostenibilidad de esa medida. En realidad, cualquier empleado una que otra vez habla mierda de su empresa. Y no es por ser sobrado, pero para mí es de bruticos tener ese sentido de pertenencia desmedido por una universidad o una empresa. Es como la gente que moja cuco por AIESEC: Son hasta capaces de cambiar de novia por esta organización; nojoda, si voy a cambiar de novia que sea por otra razón menos por una que deje en evidencia mi reluciente cerebro recién lavado.

Y sé que AIESEC da muchas posibilidades de viajes, trabajos bien remunerados, novias, amigas, rumba, dinero ... y los tres pilares más importantes para la Asociación de Uniandinos, Capítulo de Ingeniería Mecánica: el placer, el dinero y el poder. Sino que a diferencia de Uniandinos CIM que sólo está por el dinero, AIESEC está también para los otros dos pilares. 

En fin, pareciera que en este mundo uno tiene dos opciones: o ser un ricachón copietas, con novia impuesta por una organización X, o ser un pobretón auténtico que no se mete a ninguna de esas iglesias de los tres pilares. Mi personalidad como que se inclina más por la segunda (me siento orgulloso de ser un bueeeeeen colombiano jijuepuerca!, pobre pero honraaaaaado!), sin embargo eso es lo último que quiere un empleador.

Mientras mis papás en sus negocios quieren paisas que no tengan problema en irse a las 6:40 PM del trabajo,  un empleador de grandes empresas quiere alguien con un alto sentido de pertenencia, cosa que yo dudo mucho en tener. Si comienzo esta entrada con un título así, no es justamente porque odie la Universidad de Los Andes, sino porque quiero que se enteren que mi sentido de pertenencia hacia esta institución no es muy alto que digamos. Es una universidad supremamente cara, donde si eres pobre y no tuviste la fortuna de ser becado, te jodes. Se la pasan rajando de los egresados de la Nacional porque supuestamente ellos, palabras más palabras menos, estudiaron pa' negrear, mientras nosotros estudiamos para gerenciar. Pienso yo que en realidad esa actitud gerencial es inculcada más por los amigos y la familia que por una universidad. Los Andes particularmente, sólo está ahí para embutirme conocimiento organizado previamente por un proceso epistemológico que han venido haciendo un montón de europeos desde el Renacimiento. Yo me pregunto ¿dónde está el conocimiento oriental, árabe, o la tradición oral africana en las universidades?. La dichosa actitud gerencial, aunque tiene obviamente su europeo, nunca fue impartida en mi carrera. Así que esa estrella gerencial de la que tanto se mofan los uniandinos, no es más que una vana ilusión. Nosotros los egresados de Uniandes tenemos las mismas posibilidades de ir a negrear a una empresa que un man de la Nacional, o uno de la Tecnológica, o de cualquier universidad. De pronto lo que sí es innegable es que Los Andes tiene equipos que otras universidades no tienen (aunque eso lo dudo, porque la Nacional sí hace uso de su planta termoeléctrica mientras que en Los Andes estaban pensando en botarla...), o la exigencia es mayor. Pero lo que ahora mide el ranking de las universidades es el número de publicaciones que boten. Así que no se extrañen si sus asesores de tesis se las tienen velada para que publiquen en una revista indexada internacional. Y bueno, el ECAES no deja de ser importante pero pasa a un segundo plano. 

Otra de las cosas que me motivó a escribir sobre esto fue el desafortunado suceso de ayer, en el que un estudiante de intercambio en mi Alma Máter se tiró desde el décimo piso del edificio Santo Domingo. Que el nombre del edificio sea el de un ricachón que murió hace poco no importa, el verdadero debate está en si la universidad tiene o no qué ver con estos suicidios. La gente dirá que por ser de intercambio, el man no tiene "berraquera de rolo" para afrontar su día a día. No sé si sea de intercambio dentro del país, o de intercambio internacional. Lo que sí puedo decir es que yo fui también estudiante de intercambio, y el cambio me dio durísimo (y no vivir en mi ciudad me sigue dando duro). Afortunadamente, yo soy amiguero y logré empatía con algunas personas. Algunos de ellos al sol de hoy son mis amigos.

A pesar de ésto, sé lo que se siente estudiar en una ciudad que no es la de uno, y aunque al principio parezca una experiencia simpática, es relativamente tortuosa. Cosa que empeora si uno era un geniecito en su universidad natal, y se vuelve uno más del montón en la nueva universidad. Quién sabe si a ese man le pasaba lo mismo que a mí, y no rendir lo que él esperaba lo frustraba para sus adentros. Hubiera querido estar ahí para decirle al oído que la universidad es sólo una época, pero no es necesariamente lo que lo va a sacar a uno de pobre. Y si el man era de familia de plata, que se preocupara aún menos: basta con que supiera manejar los negocios de la familia y ya, y no tenía más nada de qué preocuparse. Todo mundo pierde materias, y vagos hay en todos los colores y sabores. Todos además tenemos algo de vagos, y que los profesores se las piquen de ser muy responsables, es mentira: ellos quieren largarse de esa oficina lo más rápido posible, e ir a atender los deberes de su hogar, que los regocijan más. 

¿No es que Einstein pues era un desastre en la universidad? Eso quiere decir que sabía tanto que encajonarlo en publicaciones universitarias no era lo correcto para su sabihondez. Yo mucho tiempo, más que todo en pregrado, pensé que la universidad (y en este caso hablo del típico modelo universitario importado del Plan Bolonia y de los gringos, en el que prevalecen las publicaciones) se acomodaba perfectamente a mis intereses. Pero en maestría cambié de opinión: ahora pienso lo mismo que mis amigos, quienes ven la universidad como una jaulita, más que como un terreno fértil de la creatividad. Lástima que haya sido tan tarde que me doy cuenta de eso, y me haya cogido tan cerca de un cartón que creo no voy a utilizar mucho.