miércoles, 19 de octubre de 2011

El 1%



Me ha llamado la atención la convocatoria que se ha realizado mundialmente para protestar en contra del sistema financiero. Y no crean: el sistema financiero es una mierda y a veces entiendo el odio de Hitler hacia los judíos, esos seres inventores del interés, talentosos para sacarle la plata a todo lo que para uno a veces es impensable como forma de negocio. Sin embargo pregono la no-violencia, y no debería justificar de ninguna manera el holocausto; lo sé y perdónenme. Ahora que sí tengo la atención de ustedes, debo recordarles que aunque el sistema financiero es una mierda, uno no puede echarse a las petacas y darle toda la culpa de nuestro fracaso a los bancos.

Entiendo que desde una posición relativamente cómoda, de clase media-altica como la mía, es muy fácil decir que los pobres son pobres porque quieren y no porque les tocó así. Trataré en todo momento de evitar un discurso de esta índole y me concentraré más en la cuestión emocional del asunto. Según varios estudios pendejos por ahí, Colombia es uno de los países más felices del mundo, y me complace que un sicario colombiano típico haga su oficio con una sonrisa de oreja a oreja. Que los ladrones, después de haber coronado un botín pequeñito, así sea que hayan perdido uno de sus compañeros, tengan esa capacidad de estar felices e irse a celebrar. Y así como el sicario o el ladrón, yo me considero una persona relativamente feliz, más que todo porque las preocupaciones de los demás no son las mías, y pues me enseñaron desde chiquito algo importante: el conformismo cristiano.

El ejercicio de ser feliz es fácil... sencillamente si estás triste porque tienes miopía y te estorban las gafas, piensa en alguna mujer de Oriente Medio que perdió sus ojos porque el marido le echó ácido en la cara por serle infiel. Si estás en un verano sexual largo, piensa en esos tipos tristes cuya única manera de tener una relación con una chica es a través de darles dinero a cambio de placer o acompañamiento. Si estás triste porque te fue mal en un partido de fútbol y el entrenador te la montó en el camerino, piensa en esos pobres niños que están en silla de ruedas y que sueñan con algún día poder volver a jugar fútbol. Si andas aburrido de estudiar, piensa en los pobres niños que deben cruzar trochas peligrosas para llegar a una escuela a recibir clases de dudosa calidad. Si estás aburrido de la espinaca que hace tu mamá, piensa en los niños de Somalia que para saciar su sed toman orines de animales. Si estás rabiosa porque se cayó la red del Blackberry, piensa en esos personas que deben correr de una tribu a otra para enviar un mensaje.

En fin, la actual sociedad de consumo (uy soné como Dali!) nos ha pintado la felicidad como un mancito creando el logo de su propia empresa en un MacBook, mientras escribe un blog en su iPhone, escuchando música de Enya para relajarse y comiendo en un restaurante finísimo. Total, la misma lógica se puede aplicar cuando de problemas financieros se trata. He visto mucha gente en el 99% quejándose de la hipoteca de su casa, de su sueldo bajo, de sus depresiones y ansiedades, de su trabajo aburrido, de que fueron madres solteras y tuvieron que ir a hacer porno para mantener a su hijo... en fin, problemas que comparados con los que habían en la edad media, son un juego de niños (en serio, hasta lo de hacer porno). Ya me imagino algunos mensajes al estilo de somos el 99% refiriéndose a problemas de la edad antigua y media:


- Mi primogénito, valiente soldado que luchó contra los bárbaros y vasallo preferido de nuestro señor feudal, y quien no sufrió ni un rasguño en tiempos de guerra, ha muerto de la manera más insospechada por causa de la peste negra. Soy el 99%.

- Fui violada y me robaron mi hijo como prisionero de guerra. Ahora estoy embarazada de un hijo que nunca deseé. Soy el 99%.

- Tras haberle dedicado años a una nueva teoría sobre geometría no euclidiana, han venido soldados a reclutarme para una guerra absurda. Todos mis años de trabajo y de esmero nunca serán reconocidos. Soy el 99%.

Ahora, el hecho de no tener trabajo por no tener experiencia y además no tener experiencia por no tener trabajo, es algo que en algún momento mejorará. Tengan fe ustedes jóvenes, porque todo ser humano que se respete tiene momentos malos y momentos buenos, y es en nuestra resistencia a los momentos malos donde se pone a prueba nuestro coraje, nuestro empuje y aunque les dé rabia nuestro "conformismo cristiano" que seguramente sus mamás intentaron inculcarles, y siempre vieron ridículo pensando que las salidas a esas situaciones estaba en el extremo uso de la razón del humanista secular.



El uso extremo de la razón, y el gasto de ésta en bobadas existencialistas, la desgasta y la vuelve inútil para verdaderas cosas útiles como las ganas de progreso, y por qué no de rendir mejor en el trabajo, de tener el placer de una buena lectura o una buena escritura. No le demos tanta importancia al hecho de tener deudas y estar jodidos, sino más bien a las maneras de conseguir la plata. Si no hay trabajo, pues hay rebusque, y una buena cantidad de hombres con deseos de pagarle dinero a una bella dama para hacer porno casero.